MAYRA THELMA URRIETA ROSALES
14 de abril de 2010
Experiencia de las Becarias del CONACYT en el extranjero.
Isabel Izquierdo.
Lo que te deja ésta lectura es una reflexión sobre lo importante que puede resultar para un país, el que tenga la capacidad de estructurar, fortalecer y soportar financieramente, programas educativos que fomenten, por medio de recursos humanos especializados, el desarrollo de la ciencia y/o tecnología. Y con ello también se estaría dando, casi sin darse cuenta, una renovación de conocimiento y de culturas.
En el caso de nuestro país, el programa federal encargado de apoyar el fomento educativo a nivel posgrado, es el CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología). El programa de becas se origino en 1971, y los apoyos se han concentrado en estudios realizados en México, aunque en menor porcentaje también en el extranjero.
Sin embargo, existe un porcentaje notoriamente menor de mujeres beneficiadas con una Beca de CONACYT, particularmente de aquellas especializadas en disciplinas de ciencias exactas, espacios que eran prácticamente cubiertos por hombres. De acuerdo a testimonios de la lectura, es muy difícil de acceder a un estudio de doctorado en el extranjero y en esa área.
Se mencionan seis casos de mujeres beneficiadas con un estudio de posgrado en el extranjero en tres periodos distintos: 1970, 1980 y 1990 (dos exbecarias por decada). Dichas mujeres fueron entrevistadas y se estudiaron básicamente tres aspectos: origen social, formación académica y ejercicio profesional de la investigación.
En cuanto al origen social de las ahora científicas, primeramente hay que empezar puntualizando la plataforma que se tenía en México hacia 1972, en cuanto al origen social de quienes se formaban en carreras científicas, eran familias económicamente acomodadas y con una costumbre familiar en ciencia. Mas tarde se tiene el dato que hacia el 2006 ya los participantes también provenían de familias de bajos recursos y/o sin una tradición científica heredad; por lo que ya no era requisito tener una situación económica holgada.
Ahora bien, volviendo al tema de las seis científicas, tres de ellas tuvieron padres profesionistas, solo una de ellas viene de una familia con tradición familiar científica, no obstante, las tres restantes contaron con una no cómoda situación económica ni con padres profesionistas; por lo tanto, su deseo por hacer ciencia, se fue desarrollando paulatinamente hasta convertirse en una prioridad primordial de sus vidas. La edad de las participantes oscilaba de entre 40 a 58 años de edad, y aunque nacieron en generaciones distintas, de 1940 a 1960, todas se criaron en una etapa de transformación del país, en el ámbito científico y tecnológico; toda vez que fue el tiempo en el que se incrementaron universidades publicas, creación de centros e institutos de investigación, realización de importaciones, etc.
En cuanto a la formación científica, se advierte que no fue sino a finales de 1980 que la matricula de estudiantes femeninos incrementó su participación, aproximadamente el 43 por ciento de la matricula total, misma que se acrecentó al 55 por ciento para el 2005; sin embargo, dicho crecimiento no fue tanto provocado una capacidad superior, sino mas bien, por la deserción masculina debido a que tenían que incorporarse tempranamente a la población económicamente activa del país.
De las seis científicas (todas con licenciatura en ciencias), se tiene que sufrieron cierto tipo de discriminación o subestimación de compañeros, maestros e incluso de sus propios padres, en el sentido de que la ciencia y la tecnología no debería ser abordadas por mujeres, puesto que su rol en la sociedad no era sobresalir científicamente sino únicamente apoyar o solventar necesidades de una casa, o si bien te iba, de un negocio familiar. Sin embargo, las seis terminaron su licenciatura y empezaron a contemplar seriamente la posibilidad de estudiar un posgrado en el extranjero, aunque no siempre se es bien recibida esa noticia por la familia.
Todas obtuvieron una beca del CONACYT. Su estancia en el extranjero exponen que fue “fantástica”; allá varias de las científicas formaron su familia, pero ni siquiera en la etapa de gestación de sus hijos, dejaron sus actividades científicas. Confirmaron que estaban hechas para la ciencia y tecnología; aun cuando el programa de becas estaba en sus inicios mal estructurado, ya que los montos eran muy bajos y había problemas con el seguro medico; incluso una de las científicas comenta que se le comunico en un carta (1983), que se le cortarían los apoyos ya que México vivía una situación de crisis y no era prioritario su proyecto. No obstante, aun con todo, las seis terminaron su posgrado.
Por ultimo, en cuanto al ejercicio profesional de la investigación, las investigadoras lo empezaron a ejercer una vez terminado su doctorado, actualmente todas tienen adscripción como investigadoras en una institución pública superior en México. Sin embargo, en ese tiempo, las investigadoras que hicieron sus estudios en 1970 y 1980, al regresar, no tuvieron mayor problema en encontrar trabajo; pero las que regresaron en 1990, se encuentran con que no había oportunidades laborales claras, y las que había, comprendían los sueldos bajos e infraestructura pobre, y además sufrían de discriminación de tipo machista por parte de sus colegas o jefes; una de las científicas manifiesta que en el extranjero (Londres), nunca recibió algún tipo de discriminación, no había diferencias, y lo curioso es que la viene sufriendo por compatriotas que lejos de aprovechar el talento y la educación que pueden adquirir, la desaniman y ahuyentan, provocando los talentos se fuguen al extranjero, que son donde son respetados y valorados.
Actualmente las seis investigadoras afortunadamente cuentan con reconocimientos y trabajos de tiempo completo, pero hubo un momento que el hecho de haber estudiado un posgrado, era prácticamente solo un lujo personal, porque no era valorado por un gran sector de la sociedad como recursos humanos potenciales.
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