miércoles, 7 de abril de 2010

Lectura #5 capitulo 12 de el Mundo y sus demonios de Carl Sagan

Javier Hinojosa

“Vivimos en un mundo mas bien desagradable, en el que no solo las personas, sino también los poderes establecidos, tienen interés en comunicarnos afectos tristes. La tristeza, los afectos tristes son todos aquellos que disminuyen nuestra potencia de obrar. Y los poderes establecidos necesitan de ello para convertirnos en esclavos…”

Giles Deleuze. Mil mesetas.

La cita que antecede al capitulo doce del libro “El mundo y sus demonios” es un extracto del pensamiento objetivista ya acentado en el siglo XVI desatado por el renacimiento. Anteponiendo argumentos cada vez mas importantes y efectivos a las tendencias religiosas por demás dominantes de la época, Bacon señalaba el camino hacia el escepticismo recomendando una liberación de los afectos que empobrecieran la objetividad.

“Ser libre es regirse por la razón, frente a la sumisión” señalaría mas adelante Spinoza cuyo pensamiento se despega con maestría de las antiguas concepciones divinas y creacionistas. Los afectos “extensivos” para Spinoza están relacionados con el cuerpo y su entorno físico, estos podrían acercarse al concepto de “mapa o mapeo natural” en el diseño. Se trata de una lectura de la realidad, un seguimiento consecuente de sus leyes. A los afectos señalados por Bacon, Spinoza les otorgaría un valor “intensivo” atravesado mayoritariamente por nuestra voluntad y nuestras subjetividades.

“El pensamiento escéptico es simplemente el medio de cons¬truir, y comprender, un argumento razonado y —especialmente im¬portante— reconocer un argumento falaz o fraudulento” con este enunciado Carl Sagan sigue a los dos anteriores en el esfuerzo por acercarse a la realidad a partir de las pistas objetivas que esta nos brinda. La realidad puede ser en extremo compleja “extensiva”, pero nunca se comportará de una manera burda o caprichosa “intensiva”. En todo caso su complejidad es resultado de nuestra ignorancia en el momento de analizarla y ante su dificultad tendemos al resguardo en argumentos incompletos, subjetivos o incluso mal planteados.

El caso de la publicidad masiva, sus mensajes absurdos y sus poco éticas estratagemas de venta, es un ejemplo en el que Sagan apuesta por el pensamiento escéptico como una llave esclarecedora hacia la verdad y una herramienta de conocimiento. Estamos obligados a cuestionar lo que se nos ofrece e incluso a cuestionar el cuestionamiento que nosotros mismos formulamos. ¿qué pensamos cuando en la TV nos aseguran: mas de 10,000 doctores “EN EL MUNDO” lo recomiendan? que significa 10,000 doctores, la cifra en sí es totalmente irreal ¿En el mundo? ¡Por favor! Nos bastaría con un comentario certero de un solo especialista (serio) O, enunciados igualmente vacíos y sin sentido, como los políticos que no cesan de reducirlo todo a números imperceptibles de tan grandes o absurdos que son. “generamos mas de 100,000 empleos en lo que va del 2010” ¿se trata de una cifra grande? ¿Cien mil? ¿En relación a que?

No nos podemos dar el lujo de aceptar lo vago, lo ambiguo y la mentira como normas. La vida es demasiado corta como para desperdiciarla en consuelos huecos e irreales. La verdad siempre es mas dura pero igualmente mucho mas reconfortante que un engaño permanente o un desengaño, por mas afortunado que este pueda ser al librarnos del velo en el que estábamos.

La esencia del pensamiento escéptico radica según Carl Sagan en el ejercicio conciente de detección de camelos o engaños en los argumentos planteados. Es también de fundamental importancia la necesidad de pasar cualquier afirmación por un proceso experimental, en donde los argumentos tomen forma y sean susceptibles de rechazo o aceptación.

Somos seres extensivos e intensivos, nuestra cordura radica el la regulación de ambos mapas.

“…no es fácil ser un hombre libre: huir de la peste, organizar encuentros, aumentar la capacidad de actuación, afectarse de alegría, multiplicar los afectos que expresan o desarrollan un máximo de afirmación. Convertir el cuerpo en una fuerza que no se reduzca al organismo, convertir el pensamiento en una fuerza que no se reduzca a la conciencia…”
Giles Deleuze. Mil mesetas.

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