Breña Sánchez, Matilde
mayo 15,2010
Reflexiones sobre la fricción cognositiva
La Era de la Información comenzó con la década de los 80’s en los países tecnológica-mente avanzados, impactando todo tipo de relaciones y dinámicas: laborales, académicas y sociales. Se le denomina así por la posibilidad que ha brindado a la humanidad de transmitir a todo le mundo, conocimiento e información de manera simultánea al momento en que se produce. Esto gracias a la utilización de los nuevos satélites que giran alrededor de la Tierra, de los avances tecnológicos y de la utilización del silicio en la industria de la computación.
Como toda revolución, ésta ha provocado cambios significativos en todos los grupos sociales y sus diferentes rubros. Exige el desarrollo de nuevas habilidades y destrezas que hasta entonces no habían sido significativas, por lo que en estos treinta años han sido las generaciones más jóvenes las que se han involucrado de una manera más fluida y natural con estas nuevas tecnologías, mientras que para los ya adultos de entonces ha significado reaprender a hacer de una forma distinta lo que ya se dominaba, interactuando con herramientas tecnológicas que en la mayoría de los casos le son totalmente ajenas, se desconoce tanto su lógica, como el cómo de su funcionamiento.
Lo cambios que se han sucedido en este periodo se pueden analizar desde las más diversas perspectivas, Alan Cooper, autor del libro, pone énfasis en las implica-ciones, más de tipo individual, que se generan al interactuar con la gran variedad de softwares que han invadido la mayoría de las actividades del ser humano. Habla, sobretodo, de la frustración y conflictos personales a los que han llevado a un alto porcentaje de la población, por lo complejo y diferente que de un momento a otro fue el tener que involucrarse con estas máquinas. Revela, como ingeniero y programador, que así como se ha dispuesto que funcionen los distintos softwares, éstos podrían ser diseñados para interactuar de una manera más amigable, práctica y sencilla, si los programadores de los mismos consideraran y se preocuparan por conocer el perfil del usuario. De ahí que él planteé que el desarrollo de estos productos debiera ser de manera interdisciplinaria entre los ingenieros programadores que dominan los aspectos técnicos y lo que el llama diseñadores de interfaz, quienes debieran conocer los distintos perfiles de usuario, el común de reacciones que despierta en la gente el interactuar con una tecnología que provoca el sentirse tonto y limitado, y la lógica de funcionamiento de acuerdo a la formación de las personas. Estos diseñadores de interfaz serían el vínculo entre los programadores y los usuarios por lo que estarían obligados a conocer ambos cuerpos de conocimiento y sus lenguajes.
Este desfazamiento entre tecnología y sociedad fue evidente al cabo de varios años de la introducción de las computadoras en distintas actividades, cuando las más jóvenes generaciones crecían ya con estos instrumentos en su entorno común y contribuían a agrandar la ya existente brecha generacional.
A consecuencia de estas circunstancias Alan Cooper divide a la sociedad en dos grupos entre los que él llama ‘apologístas’, aquellos que utilizan, entienden y defienden el uso de computadoras y artículos electrónicos, y los ‘supervivientes’, es decir, todo el resto de la población, entre ellos los que han hallado la manera de adaptarse y los que se han rehusado y autoexcluido de este mundo tecnológico. Sin embargo, actualmente los niños y jóvenes no tienen ya la opción de aprender o no su uso, todos son formados y adiestrados ya con estas tecnologías, lo que ha conllevado que esos supervivientes, que pertenecen a las generaciones que eran ya adultos para la década de los 80’s, estén cada vez más aislados y contenidos a un submundo que con el tiempo le va imponiendo más limitaciones en la medida en que la industria electrónica no procure crear interfaces que le sean más amigables.
sábado, 15 de mayo de 2010
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