domingo, 21 de marzo de 2010

El mundo y sus demonios

Los resultados de cualquier tipo de investigación, científica o tecnológica, parten en su mayoría de una pregunta inicial, de la curiosidad o insatisfacción a las respuestas oficiales. La primer característica es una cualidad innata del ser humano, misma que le permitió sobrevivir desde la época de las cavernas hasta nuestros días, misma que le llevo al desarrollo de números artefactos y al “casi” dominio de la naturaleza. Por otra parte la insatisfacción sobre el conocimiento de la realidad –aquella que muchos consideran única y no cuestionable- ha traído consigo la explicación de fenómenos naturales, su predicción y control en la mayoría de los casos. Considero estos dos elementos como indispensables para cualquier tipo de investigación.

La pregunta que vuelve a surgir esta relacionada al papel de la educación como alimentadora de estas cualidades ¿Propicia o atrofia? En la lectura se menciona que son los niños quienes las poseen de manera natural, sin embargo a medida que crecen, se integran a la escuela y al proceso de vida en sociedad, las cualidades van disminuyendo hasta incluso desaparecer. Algunas explicaciones se apoyan en los factores de confianza y aceptación, pues de estos depende el valor de cuestionar, cuando dejamos de hacerlo por miedo al que dirán o “supondrán que soy un tonto por preguntar”, quedamos muy lejos de hacerlo un hábito, convirtiéndonos simplemente entonces en un ente receptor de datos –cuya máxima facultad será la de memorizarlos también.

Desarrollar y divulgar la ciencia requiere personalidades ansiosas por descubrir y compartir, donde el lenguaje no se impedimento y ni siquiera un factor de selección entre quienes reciban la información. Desafortunadamente la ciencia –y por consecuencia la tecnología- se han convertido en un valor de cambio entre quienes la poseen y quien recibe, a cambio de una módica deuda externa, las aplicaciones de las mismas. Los países subdesarrollados nos hemos limitado a recibir, en ocasiones no sabemos ni alcanzamos a comprender lo que tenemos en las manos, nuestro lenguaje científico quedo sin evolucionar mucho tiempo atrás.

El problema es complejo, encontrar a un culpable sería lo más sencillo, porque podríamos ir directo por la solución. Sin embargo, son muchos los factores que intervienen: el individuo como tal y su predisposición al conocimiento; la familia y la motivación o necesidad que de ella se desprenden; la sociedad como estimuladora y la educación como incubadora. Por algún lado se debe empezar, y es en la educación donde deberán darse los cambios más importantes y profundos, más allá de efímeras posiciones políticas y personales.

¿Por qué si se ha identificado el problema no se han aplicado soluciones efectivas? ¿Por qué las escuelas hablan de pensamiento libre, pero establecen metodologías rígidas para llegar a este? ¿Cómo responder cuando no somos capaces de comprender las preguntas? A veces pienso que la creatividad causa miedo, el estar en contacto con nuestras emociones mas profundas puede hacer sentirnos que regresamos a las cavernas, dejar la racionalidad a un lado nos hace sentir desnudos, no tenemos nada que nos proteja –hasta aquí nos sigue el factor confianza- la exactitud, la perfección… para algunos nos acerca a Dios o a las máquinas… pero también nos aleja del ser humano. (2816 caracteres)

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