lunes, 22 de marzo de 2010

Ensayo Lectura 03: El mundo y sus demonios. Capítulo 19 (Carl Sagan.)

SÁNCHEZ DE LA BARQUERA ESTRADA XAVIERA.

22 de marzo del 2010.

Ensayo Lectura 03: El mundo y sus demonios. Capítulo 19 (Carl Sagan.)

En continuación a los debates que hemos entablados acerca de las formas de educación bajo las que nos regimos actualmente, el tema que Sagan comienza por describir, nos da claramente una explicación al conflicto que parecen tener no solo las instituciones educativas en nuestro país, si no el mundo globalizado en general.

Los efectos del acelerado cambio en las sociedades, hace más difícil la tarea de la enseñanza. Los cambios en los medios de comunicación facilitan el alcance de información (lo que no quiere decir que se obtenga la información correcta en todos los casos) y exponen a altos niveles de estímulos a los estudiantes de nuestro tiempo. Ésto provoca una exigencia superior del “qué y cómo” reciben. Estas diferencias en el contexto ameritan nuevas estrategias para no debilitar la relación entre educadores y estudiantes. Sagan lo resume en: “aprender a aprender”.

El principio de aprender requiere del antecedente de desconocer algo. Preguntas que comúnmente parecieran pertenecer a una mente infantil, pueden ser el primer eslabón de una cadena de respuestas que generen nuevos conocimientos. Recuerdo al respecto el ejemplo que Ruy Pérez menciona en el libro “Reflexiones matutinas sobre la investigación científica”. Una pregunta tan esencial como lo es cuestionarse: ¿Por qué el cielo es azul? Llevó a J. Tyndall en el s. XIX a buscar una respuesta que originó el estudio sobre la dispersión de la luz en el aire por partículas, estudios que sucesivamente contribuyeron en numerosos descubrimientos científicos que son los principios de muchas tecnologías que se emplean en la actualidad.

Esas preguntas simples son las que nos llevan al placer al descubrimiento, como Carl Sagan describe. Un sinfín de ideas preconcebidas nos limitan con el tiempo a preguntarnos y peor aún a buscar respuestas, esos pensamientos limitan el ingenio.

La antipatía que en la actualidad se tiene sobre reflexionar acerca de algún tema, tiene relación directa con la sociedad en que nos hemos convertido; un poco consecuencia de la apresurada vida de la metrópoli, otro tanto por las necesidades del capitalismo y el prototipo de trabajador que requiere el sistema; sólo un ejecutante y no más un pensador. Los programas educativos han sufrido cambios que dirigen el perfil de los estudiantes hacia un conocimiento superficial.

Con respecto a esos mismos planes de estudio, donde se discriminan a las ciencias y a las humanidades en la lista de materias de nuestro país, ¿qué podríamos esperar de los resultados en pruebas como las que Sagan menciona a nivel mundial? No basta entonces con generar las preguntas motivantes, se requiere el escenario que propicie la búsqueda de respuestas. Para respuestas creativas es necesario un aparato de educación que responda a esa creatividad.

Resulta inevitable no mencionar la siguiente paradoja: Viviendo en el momento de mayor exposición a la información de la historia y junto al mayor avance científico, sin precedentes para la humanidad, existen lagunas de conocimientos “básicos” en un alto porcentaje de la población mundial.

Implicar al individuo común en la ciencia, requiere de una labor práctica. Seducir la mente del hombre hacia las disciplinas científicas, precisa el conocimiento a través de la experiencia. De ahí la motivación de Sagan por esparcir la ciencia y su trabajo de divulgación.

Un factor para promover esa divulgación es el económico. El abandono de inyección de capital en la educación de cualquier país, tiene costos económicos a largo plazo que deberían cuestionar el correcto destino de las inversiones de una nación.

La dedicación cada vez más escaza al estudio, ejemplificado por Sagan con una comparación entre EUA, Japón y otros países desarrollados, fundamenta su declaración: “La fobia a la ciencia es contagiosa.” La corta visión de nuestro estado, no permite el desarrollo de conocimientos y ciencia que podrían ser aplicada en beneficios prácticos, por el contrario, pareciera alimentar la pandemia.

No por ello hay que olvidar que la búsqueda de ese camino comienza en las preguntas personales, desde las más simples, hasta aquellas de ciencia y filosofía avanzada, pero sobre todo las que se refieren a la ética y ponen a prueba los compromisos y objetivos individuales.

Incuestionable es la importancia de la difusión del conocimiento para generar progreso. Sagan no solo trabajó en explicar la ciencia y los grandes descubrimientos de la humanidad, si no que promovió la divulgación por su firme convicción de la necesidad de sociedades despiertas.

La creatividad y curiosidad intrínseca al ser humano, merece ser aprovechada. Entendamos la importancia de favorecer su desarrollo.

No temamos a los caminos nuevos, a los errores y a las preguntas “tontas”, todo eso es el trayecto a encontrar respuestas.

Para cerrar, cabe la siguiente frase:

Más veces descubrimos nuestra sabiduría con nuestros disparates que con nuestra ilustración.”

Oscar Wilde.

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