lunes, 22 de marzo de 2010

NO HAY PREGUNTAS ESTUPIDAS

URRIETA ROSALES MAYRA THELMA
22 de Marzo de 2010.
Lectura 3, Carl Sagan, El mundo y sus Demonios, Cap. 19

NO HAY PREGUNTAS ESTUPIDAS

El hecho de encontrar vestigios de enseñanza de la Tecnología de la primera Edad de Piedra, me hace reflexionar en lo importante que puede llegar a ser los instructores educativos, ya que si consideramos que en ese tiempo, la vida dependía de la fabricación y uso de herramientas, por ejemplo, en el Este de África en registros rocosos que datan de hace dos millones de años, se pueden observar herramientas talladas, diseñadas y ejecutadas por nuestros antepasados. Lo que se destaca de ello, es que en un lugar determinado durante largos periodos de tiempo, las herramientas se hicieron de la misma manera; lo que significa que por muchos miles de años atrás, debía de haber instrucciones educativas para la elaboración de sus artefactos, y con ello se viene a mente inmediatamente la presencia de maestros, profesores o instructores que frente a un grupo de personas enseñaban las técnicas y la tecnología de ese entonces, misma que se transmitía de generación en generación.

Cuando no cambia la preparación durante largos periodos de tiempo significa entonces que las tradiciones pasan inamovibles de generación en generación; pero cuando lo que se debe aprender cambia de prisa, es decir en el curso de una sola generación, se hace más difícil saber enseñar y mucho más difícil saber como enseñarlo, y es entonces cuando los estudiantes se molestan, se quejan o se exaltan sobre lo nuevo que se les explica.

Estudiantes y profesores necesitamos enseñarnos a nosotros mismos la habilidad de: Aprender a aprender. Comúnmente en un sistema escolarizado y tradicional un grupo de estudiantes sentados frente a un maestro, no asegura la recepción de ideas y conocimientos. Por un lado el grupo de estudiantes solo tiene que poner su vista fija hacia enfrente y el maestro solo tiene que desarrollar su tema, fácil no?, sin embargo la información no fluye, no existe la seguridad de que todos analizaron y alcanzaron la información.

Pocos de nosotros dedicamos tiempo a preguntarnos por ejemplo, por qué las cosas son cómo son, de donde vienen, si siempre han estado ahí, si un día el tiempo ira para atrás o si hay límites definitivos. Filosofar!!!!

De acuerdo a la lectura el autor comenta que en ocasiones enseña en una escuela infantil o elemental en donde encuentra que muchos niños que son científicos natos, son curiosos y tienen una gran fuerza intelectual, sin embargo, no han dejado de ser inocentes. Mi mamá era educadora (de jardín de niños), en ocasiones me invitaba a participar en sus grupos por una o dos horas, o cuando una educadora faltaba yo le ayudaba a encargarme por un día, de todo un grupo aproximado de 30 niños. Muestran un entusiasmo enorme, principalmente en las cosas que son nuevas para ellos, y a los 3-4 años casi todo en nuevo!!. Se les ocurrían preguntas de todo, hasta del mas pequeño detalle del que ya ni uno se acuerda de nombrar, como: ¿Miss por qué la chicharra suena una vez y antes eran dos?... ¿Preguntas estúpidas?, no lo creo, mas bien es curiosidad…

Por otro lado, cuando se habla de estudiantes universitarios el autor encuentra algo diferente: Se “memorizan hechos”, creo yo que solo para aprobar exámenes, pero eso lo entiende uno cuando ya esta fuera de ese ambiente; si yo tuviera la oportunidad de cursar nuevamente mi Licenciatura, esta vez tendría yo una visión, mas conciente, mas analítica, pero sobre todo mas curiosa, trataría de investigar mas allá de lo que mis docentes me explicarán; no se, creo que sería diferente aun cuando cursara la misma carrera…
Pero regresando a los universitarios contemporáneos, en general han perdido el placer del descubrimiento científico, de la vida que se les oculta tras los “hechos”, han perdido gran parte del asombro y adquirido muy poco escepticismo, les preocupa hacer preguntas estúpidas y por ello están dispuestos a aceptar respuestas incompletas o inadecuadas, y todo con el fin de obtener la aprobación de sus compañeros, en parte es la presión contra el que destaca, en parte que la sociedad predica la gratificación a corto plazo y a él no se le gratificaría, en parte la idea de que la “ciencia” no le ayuda a comprarse un coche, en parte que se espera poco de los estudiantes y en parte que hay pocas recompensas para una discusión inteligente sobre ciencia y tecnología; ósea, si no pregunto caigo en blandito??? No obstante, quienes muestran interés ahora son nombrados bichos raros.

Algo a considerar, y que me toco vivir y hacer, es el hecho de que los adultos se enfadan y se desesperan cuando un niño les plantea preguntas científicas; demasiados padres y maestros llegan a contestar con irritación o ridiculización, por lo tanto, los niños, que son una esponjita de absorción, aprenden enseguida que ese tipo de preguntas molesta a los adultos, así que poco a poco dejan de hacerlas, y su entusiasmo por aprender y su curiosidad por saber, se estanca.

Pero toda pregunta es una suplica por aprender del mundo!!!, no hay preguntas estúpidas, si no niños listos y ellos son un recurso nacional y mundial que se debe aprovechar, por ello se les debe cuidar, animar y también se les deben de dar las herramientas esenciales para pensar, libros, bibliotecas, centros de cultura, laboratorios, museos, y por supuesto, padres y maestros interesados en fomentar en los niños esa rosquillita que desaparece cuando uno crece… LA CURIOSIDAD.

Carl Sagan, autor del libro El mundo y sus Demonios, en el capitulo 19 menciona “método de Kunitz”, que no es un método de educación tradicional, ya que en el se prohíbe a los estudiantes leer la Constitución, a cambio los invita a llevar a cabo una “Convención Constitucional”, y con un poco de guía facultativa, pero sustancialmente solos, escriben una constitución durante unas semanas; y con ello los estudiantes, por ejemplo, han liberado a los esclavos. Es difícil no pensar que con ese método las naciones estarían mejor si todos los ciudadanos se sometieran a una experiencia comparable.

Así pues, debido a las deficiencias de la sociedad y a la inadecuación de la educación en el hogar solo se dedican unas tres horas al día a los temas académicos centrales en un instituto. “La ignorancia se alimenta de ignorancia”, y la fobia a la ciencia es contagiosa.

La naturaleza siempre es más compleja de lo que somos capaces de imaginar, lo que es sorprendente es que hayamos sido capaces de penetrar tanto en los secretos de la naturaleza, la ciencia es un asunto profundamente emocional para los que la practican, es un orgullo formular las preguntas clave, trabajar con explicaciones alternativas y quizá incluso avanzar en el proceso de descubrimiento científico, porque podemos así responder a las preguntas ¿quién decide para tomar esa decisión?, ¿pueden los efectos predecer a las causas? o ¿Dónde nos llevara eso en unas décadas más?

No obstante, a algunos científicos les es muy difícil divulgar la ciencia, carecen de talento para ello, el secreto tal vez sería no hablar al público en general como lo harían con sus colegas científicos, hay que utilizar un lenguaje más sencillo, recordar lo que pensaba antes de entender lo que está explicando, y recordar los inconvenientes en los que se estuvo a punto de caer para que los próximos inconvenientes no sean los mismos.

Y así, uno se encuentra que puede llegar a casi cualquier parte si camina por un sendero bien pavimentado o firme que el público pueda recorrer. La mayoría de los científicos se sienten ahora cómodos con la idea de popularizar la ciencia, es más probable que el público apoye lo que entiende que lo que no, es importante no crear confusión, la divulgación de la ciencia tiene éxito si no hace más que encender la chispa del asombro.

La ciencia es una herramienta absolutamente esencial para toda sociedad que tenga la esperanza de sobrevivir hasta el próximo siglo con sus valores fundamentales intactos, no solo la ciencia abordada por sus practicantes si no la ciencia entendida y abrazada por toda la comunidad humana.

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