miércoles, 17 de marzo de 2010

Ensayo sobre lectura 1: El mundo y sus demonios (Prefacio) de Carl Sagan.

SÁNCHEZ DE LA BARQUERA ESTRADA XAVIERA

17 de marzo de 2010.

Conocer los acercamientos al entusiasmo por la ciencia de un investigador como Carl Sagan, dejan ver la sencillez con la que un acto cotidiano puede convertirse en trascendente.

Las cosas más simples de la infancia resultan grandes anécdotas para alguien que tiene la suspicacia de saber observar lo sustancial en lo ordinario. Esa es la esencia del investigador.

Quizás no siempre es tan evidente para todos. En mi caso recuerdo los primeros indicios que despejaron aquello a lo que me gustaría destinar mis días. Sin duda tuve la fortuna de crecer en la cuna de una familia que promovió mi desarrollo creativo y me descubrió el gusto por los colores, por las formas y por aquello que logran en conjunto. Pero todo pudo quedar en la oscuridad…

Cuando pareciera que ser investigador es un legado de dinastías de científicos, Carl Sagan demuestra que es parte de la curiosidad inherente pero cultivada, la que es capaz de lograr un hombre de ciencia.

El gozo con el que se refiere al descubrimiento del conocimiento, promete la satisfacción más profunda por el esmero que requiere. No son importantes entonces las carencias que menciona, durante sus inicios en la vida académica, que por mucho pueden ser superadas por la educación a la que la mayoría en un país como el México actual tiene acceso.

Sin embargo los contactos con la ciencia en su niñez, por menores que hayan sido, le permitieron descubrir un universo de posibilidades que más adelante lo condujeron a su dedicación por la investigación. Esos acercamientos a los que en la infancia cualquiera puede tener sin siquiera ser consientes, podrían llegar a ser detonantes de grandes descubrimientos futuros, de sembrar dudas y generar entusiasmos.

“Escepticismo y lo asombroso” esa dualidad que menciona, es lo primario para la búsqueda de respuestas. Cuestionarse sobre lo que nos rodea nos confiere a cada uno el interés sobre un tema en especial. Ese interés es el motor de la búsqueda, una búsqueda personal que puede en un momento compartirse.

Compartir esas intrigas fomenta la búsqueda de respuestas, eso es la Universidad, el contacto con otros que también buscan algo. Es por eso que no dejan de sorprenderme las relaciones que Sagan nombra; la comunicación con grandes pensadores y la importancia que tuvieron en su desarrollo. Los contactos con especialistas en diferentes áreas, desencadenaron el cúmulo de conceptos que le permiten ser un facilitador del conocimiento.

Descubrirnos en la vida diaria tan llenos de ciencia, de filosofía, de artes, de psicología y de muchas otras formas inconsientes de existir, vuelve tan humano el conocimiento que es imposible no querer encender la vela.

Eso nos mantiene hoy con algo en común… todos esperamos la luz.

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