jueves, 18 de marzo de 2010

Ensayo sobre lectura 2: La Educación (de Ikram Antaki)

SANCHEZ DE LA BARQUERA ESTRADA XAVIERA

17 de marzo de 2010


La escuela y su pérdida de terreno en el orden social. ¿Qué mejor ejemplo que el decadente estado en el que se encuentra la institución que rige la educación primaria de nuestro país? Podría parecernos romántica la idea de alumnos haciendo suya a la institución y transformando el concepto para llevarlo a un estado sublime de la educación, sin embargo las circunstancias apuntan lo contrario al menos en el México actual.

¿Cómo exigir que los alumnos se comporten como si recibieran la educación de más alto nivel?, cuando los que imparten esa educación se encuentra en total descalificación, por decir lo menos.

Los ejemplos de maestros célebres para aquellos que se encuentran en la educación elemental, son escasos en tiempos presentes. Nadie podría rebatir el mérito de un maestro en zonas rurales, donde las condiciones para proporcionar conocimientos son limitadas; desde la marginación del centro de educación que incluso en ocasiones no podría llamarse “escuela”, pasando por la poca accesibilidad y carencia de elementos básicos de material educativo, convierten la labor de esos docentes sencillamente en titánica. Sin embargo un sistema educativo que carece de valores universales, convierte la tarea del educador en algo banal. La herencia de plazas de docentes, la venta de éstas y una cadena de corrupción que no permite la evolución del sistema educativo, son solo algunos ejemplos por los que se podría entender esa falta de orgullo por la que pasan gran número de maestros en nuestro país. Todo arrastra a una masificación de profesores sin vocación por la necesaria tarea de enseñar, de transmitir.

El sistema de educación en México ya no busca más el adiestramiento de individuos con formación integral. Se han olvidado de los temas humanísticos, de la ética, la literatura, la historia y buscan la masificación de técnicos que se dediquen a un trabajo específico y limitado. Una educación de éste tipo no permite el pensamiento crítico, la reflexión y el avance social por consiguiente.

Paralelamente existe un paternalismo excedido que no solo radica en la institución de la escuela y su mal desempeño; hay motivos para pensar, como lo han hecho especialistas en la materia, que los padres de aquellas familias donde las madres tuvieron que salir de casa para incorporarse en el mundo laboral, ya sea por necesidad o por deseo, responden con permisividad total como forma de recompensa por la ausencia que sienten dejar en sus hijos.

No cabe duda que la educación es la base para el progreso de las sociedades. El acto de aprender no requiere de la escuela en sí, aprender es hacer nuestro un conocimiento por medio de la experiencia, en todo momento. Es de ahí la importancia de no delegar ese ejercicio a una institución. Se aprende en casa, en la vida diaria, en la calle y todo aquello en lo que experimentamos.

La familia tradicional y su forma de relacionarse se encuentran en la mayoría de los casos en desuso. Ya bien hemos escuchado de aquellos ejemplos de grandes ilustrados donde la semilla del saber la siembran los padres. La escaza comunicación familiar y las más recientes generaciones de padres, que ya son fruto de un sistema educativo carente, ¿qué clase de semilla están sembrando?

La pregunta podría ser entonces: ¿en qué tipo de colectividad quiero vivir? La educación es tema no de familia, de docentes, ni de instituciones, aisladamente. Es un tema que concierne a la sociedad en su totalidad. Es necesaria la autocrítica, el compromiso, pero sobre todo el deseo de una comunidad donde quepan los valores, los conocimientos y la integración de ellos en el día a día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario