GONZÁLEZ BÁRCENAS, JAIME
17 de marzo del 2010
El mundo y sus demonios
Enfrentarse al mundo y percibir su complejidad. Reconocer y aceptar nuestras preguntas.
Interrogaciones que surgen de nuestra natural tendencia a la filosofía en el día a día.
Pues si, yo creo que el mundo es maravilloso, intrincado, sorprendente, Recuerdo con
asombro cuando vi por primera vez, en una pantalla, a un pez luna, extraña criatura y ¡tan
grande! Años después, no recuerdo cuantos pero fueron años, lo volví a encontrar
casualmente, disecado, para mí profanado, en un grabado antiguo, que ilustraba una escena
de una de esas exposiciones mundiales del pasado donde se exhibían maravillas, como las
que nos comparte el autor (¿quién es?) utopías y promesas del mañana1.
El mundo es maravilloso y lleno de enigmas, aunque con frecuencia, algunas personas
limitadas, quiero creer que involuntariamente, nos lo presentan como achicado, reducido,
domesticado. No alientan la creatividad, no permiten que dudemos, quieren que
memoricemos y repitamos lo que ellos repiten sin importar otra cosa, y si uno se revela o
no acierta entonces castigo, como recuerda el autor. No animan la controversia, no alientan
el espíritu renovado que hace eco en nuestros propios intereses, que son los intereses de
muchos.
El mundo aparece así reducido “ya todo tiene, nombre y número, ya podemos dormir
tranquilos”2. La curiosidad (la que no mato al gato) se dice que junto con la necesidad,
fueron los disparadores del pensamiento científico: intentos para responder a ese cúmulo de
dudas que son motor para el cambio, que guían la indagación y abren la posibilidad para la
construcción de futuros diferentes. Dice el autor: el escepticismo y lo asombroso: base del
método científico.
Pero la improvisación o las carencias, o, por otro lado, la complejidad creciente del mundo,
hace que muchos de nuestros primeros maestros, exhiban muchas limitaciones, no los
culpo, pero si que dificultan la compresión temprana de lo que es el mundo y las
posibilidades del conocimiento humano. Unos los presentan como monótonos, otros los
describen de manera incomprensible. En ambos casos el producto es similar: desaliento.
Sin embargo también hay otras críticas, para mi, más lucidas, como la acusación de que
algunos científicos nos entretienen y confunden llenándonos de datos que no nos interesan
y que dejan de lado las respuestas a aquellas preguntas que son en realidad las que
buscamos. En este último caso recuerdo una crítica a la compleja rigidez con que se
presenta un caso de ciencia leída en una reseña periodística (¿será del periódico la culpa?)
realizada por el escritor Julio Cortázar, a quien debo muchas horas de verdadero interés,
Cronópio con mayúsculas por magistral que en su “Prosa del Observatorio” muestra como
frecuentemente no nos responden lo que verdaderamente queremos saber, ¿cual es mi papel
en esta gran obra de teatro? Y es que a la vida “llegamos cuando ya comenzó y nos vamos
antes de que termine?! Preguntas para las que hay pocas y poco convincentes respuestas.
Citó de memoria a Cortázar: “oponerse pecho a pecho a esa tachonada incomprensibilidad,
arrancarles un jirón de clave, o en el peor de los casos, clavarle la flecha de la hipótesis,
reunir en una mano una multitud de caballos centelleantes. Algo como un golpe de ala, un
descorrerse, un quejido de amor, y entonces ya, entonces tal vez, entonces por eso si.
¿Cabrá esto en el pensamiento científico o es demasiado lirismo?
1 …por cierto este es parte de mi propuesta como tema de investigación.
2 ..citando de memoria a Julio Cortázar en su “Prosa del observatorio”.
jueves, 18 de marzo de 2010
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