jueves, 8 de abril de 2010

Cap. 12 El sutil arte de detectar camelos

Técnicas de la investigación en Diseño Industrial
Profesor: Eduardo B. Sandoval
Alumno: Isaac Cruz López
Este capítulo me resultó impactante. Basta con recordar la contundencia de la última frase que lo compone: “La credulidad mata”. Resulta una aseveración de implicaciones fundamentales. Perder la vida por aceptar cierta ideología como cierta. Me pregunto como serían las cosas si la mayoría de la población entendiera esta consigna. No puedo imaginar funcionando todo conforme lo hace actualmente si ejercitáramos un razonamiento escéptico.
He llegado a pensar que si tuviera un carácter de escéptico auténtico pero además aplicarlo indiscriminadamente a toda aquella información o pretensiones de convencimiento que nos alcanzan, la vida como la conocemos sería imposible. Estamos rodeados de mensajes que nos quieren convencer: “Este es el mejor auto, el mejor alimento, la mejor ropa, el mejor lugar, el mejor evento, el mejor país, el mejor modelo económico, la mejor religión” y un largo etcétera. Si uno empezara ha realizar experimentos de control para cada una de estas situaciones, una vida sería insuficiente para terminar.
Si esta actitud crítica es un abismo sin fondo, si es un experimento demasiado grande para realizar, entonces ¿Es una batalla perdida? ¿Sobré que temas debemos ser escépticos de manera infaltable? Yo me atrevo a pensar que son aquellos que conformarán el marco principal en el cual se desarrollará nuestra vida. Sobre todo aquellos que la mantendrán y además en un buen estado.
Tocando el tema del comportamiento de las masas, considero que el carácter escéptico es prácticamente desconocido. Es muy difícil ver una campaña publicitaria fracasar. La gente acepta las ideas que les venden sin mayor consideración. En México sucede todo el tiempo con aquellos artistas que llegan a vender sus productos. Conocen el mercado nacional y saben que resulta un negocio seguro. Es sorprendente ver como ponen a prácticamente cualquier variación de cantante, actor, bailarín o comediante y se convierte en un producto altamente consumido. Estoy seguro que muchos de estos “artistas” se sorprenden con el éxito que llegan a alcanzar, algunos no lo niegan. La gente ya alcanzó un estado idóneo para consumir. La falta de educación, años de consumir una cultura preparada específicamente y la casi ausencia de escepticismo hacen a la población mexicana una máquina de consumir casi cualquier producto que promocionen los medios de comunicación masiva.
Creo que este fenómeno ha llegado demasiado lejos. Tan es así que las masas ya no distinguen un producto cualquiera de uno que llegará a tener repercusiones importantes. En este caso me refiero a las campañas políticas. Cada ocasión en que se vayan a llevar a cabo elecciones se promociona y vende el mismo producto. La solución de los problemas de los ciudadanos. Es un mismo mensaje reutilizado una y otra vez sin pérdida de efectividad. Simplemente se cambia la imagen central, el personaje en turno y lo demás ya esta prácticamente dado, los resultados serán como cada vez, los esperados.
Últimamente he visto un gran auge en la promoción de productos que se podrían considerar medicamentos. Normalmente son productos que atienden problemas de salud comunes. Estos productos han dado una vuelta de tuerca en cuanto a la publicidad que se hacía al respecto. Ahora son productos infalibles, los únicos que eliminan cierto mal, los más rápidos, los más baratos, el mejor. Palabras que enlistadas se acercan más al terreno de la fantasía que a la descripción de los efectos de un medicamento. El carácter escéptico de la sociedad esta tan deteriorado que aceptan como verdades los mensajes proyectados en televisión a pesar de poner en riesgo su integridad física. Es una contradicción enorme. Cuando se conocen los intereses de la mayoría de las personas una respuesta popular es el de tener una buena vida. Entonces ¿Porqué se desprecia de tal manera la propia existencia, solo porque el personaje de moda te indica que consumir en 30 segundos?

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