jueves, 15 de abril de 2010

LECTURA 6

GAYTÁN LÓPEZ LETICIA
15 de Abril de 2010
Mujeres e investigación

Mi familia esta conformada por mi padre, mi madre y mis dos hermanas, es claro que las mujeres siempre hemos sido mayoría, mi padres nos educaron con el pensamiento de que mujeres y hombres somos iguales –excepto anatómicamente claro está- y que cualquier cosa que nos propusiéramos podíamos lograrla si luchábamos por ello.
Las tres somos profesionistas, una licenciada en relaciones internacionales, otra medica y yo antropóloga física. De alguna manera mis padres tienen razón, si te esfuerzas es muy posible que alcances tus metas, sobre todo las de tipo académico. Cuando mis hermanas y yo hemos platicado, en retrospectiva, acerca de nuestro paso por la universidad, todas concordamos en algo, las mujeres usualmente tenemos que obtener más logros para dejar en claro nuestra capacidad, sobre todo en lo que a ciencia se refiere. A pesar de que la matricula de alumnos – por lo menos en nuestra experiencia- en cada una de nuestras profesiones estaba conformada en su mayoría por mujeres.
En mi caso, la antropología física ha encontrado a sus mejores representantes en mujeres y los salones de clases también se encuentran llenos de ellas, las titulaciones también son más de mujeres, pero sin embargo muchos investigadores “llamados vacas sagradas” aun otorgan prioridad al género masculino. Es muy conocido el caso de una arqueóloga que realiza investigación de sitio en una isla de Baja California, la cual pone como requisito que todos sus colaboradores temporales deben ser hombres. Supongo, que solo se debe a razones puramente profesionales.
Afortunadamente, no todas las investigadoras en cualquiera de las disciplinas antropológicas piensan de esa manera – a excepción de la arqueología donde se pueden encontrar casos de discriminación de género en el trabajo de campo-. Mi corta experiencia dentro del quehacer científico, ha estado marcada por la inspiración, ayuda y orientación de mis mentoras, las cuales, todas han sido mujeres investigadoras de alto nivel. Lo cual me hace sentir muy orgullosa pero también más motivada a emularlas. Siguiendo su ejemplo en cuanto al apoyo de “compañeras” que también sientan la inquietud de hacer investigación. Hacer investigación, en México, de entrada no es nada sencillo para nadie ni para mujeres ni para hombres, muchas veces es sinónimo de renuncia a otros aspectos más prácticos de la existencia, lo cual no debería significar mucho sacrificio pero algunas veces lo es. Algo que no ha cambiado a pesar de la brecha generacional que nos divide, a la generación de investigadoras a la cual pertenezco y a las generaciones anteriores de investigadoras mencionas en el artículo, es que: las mujeres nos vemos en la necesidad constante, de poner las cosas sobre la balanza, una condición que poseemos desde el ADN, pero gracias a esta necesidad también somos capaces de “lidiar” o conjugar distintas actividades o prioridades en un mismo espacio de tiempo y lograrlas sacarlas adelante de manera satisfactoria; lo cual es el caso de las investigadoras de la lectura y muchas más mujeres no solo en la ciencia, sino también dentro de cualquier espacio laboral.

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