miércoles, 14 de abril de 2010

GONZÁLEZ BÁRCENAS JAIME
15 abril del 2010
“La experiencia de las becarias del Conacyt en el extranjero”. Isabel Izquierdo
Lectura 6

Mujeres científicas en México.
¿Desigualdad para el género femenino? sin duda. ¿Machismo? sí, pero viene cambiando, se puede mirar alrededor y contar las mujeres postulantes al posgrado de DI.

La infraestructura en los centros de investigación sigue sin acabarse: transcribo la opinión de un visitante académico extranjero que califica a nuestro país como un lugar donde “hay muchos equipos y maquinas pero pocas funcionan…”, yo no me quejo, en las metrópolis esta mejorado.
Sin embargo mucho de estas problemáticas tiene que ver con una visión “eficientista” que imprime su sello cuando exige resultados, inmediatos y cuantificables de preferencia. Por eso en los centros de investigación y en las universidades se condicionan los recursos según se entrega.
Contra los avances se premia y se distribuyen los dineros que permiten equipar mejor los laboratorios y las oficinas. Tiene lógica, pero una lógica utilitaria, que viene sesgando el tipo de investigaciones que es posible realizar. Un claro ejemplo son las argumentaciones para justificar el retiro de las becas y los apoyos a una de estas mujeres calificando su investigación como no prioritaria. El argumento oficial es la falta o escases de recurso, y tendría sentido si no supiéramos de la existencia de tan marcadas asimetrías y severos contrastantes con los recursos que los propios políticos se otorgan a si mismos, privilegiando sus actividades sin que parezca importarles exhibir sus excesos.

Mirando lo positivo. Quienes hacen de la investigación científica su actividad la encuentran por demás estimulante. Dice el Dr. Ruy Pérez Montfort en el prólogo de su libro “Reflexiones matutinas sobre la investigación científica. Viernes 10, 7:00 am” “la investigación científica es una fórmula para conservar la eterna juventud”, se revela casi alquimista.
Similar es la percepción del tiempo dedicado a los estudios, no exentos de complicaciones, se les califican positivamente e incluso como fascinantes. Son muchas y buenas las experiencias que conllevan. Lograr un hallazgo, alcanzar un descubrimiento, nos dicen, produce emociones positivas y satisfacciones como pocas otras cosas. Son variadas e interesantes las personas con que uno se relaciona. Son diferentes los objetivos: “el estudio como profesión”, ser “estudiante profesional” tiene su atractivo, así lo ha sido para estas mujeres becarias.

Aunque los salarios están lejos de ser abultados, están mejorando y con tiempo se puede vivir bien y mejor que setenta millones de mexicanos (proeza con poco mérito).
Los estudios de posgrado aportan reconocimiento y prestigio. Salir al extranjero transforma la visión y la hace más abierta y con nuevas ideas. Viajar ilustra. Se abren otras puertas, a mejores lugares, mejores trabajos. Vivir el mundo de la investigación y la academia es estimulante y creativo, la actividad tiene poco de rutinario y menos de enajenante. Los ritmos y las exigencias son más humanas, diferentes a las que se enfrentan en la iniciativa privada. Es como si uno fuera su propio jefe, con capacidad para influir en que hacer y como hacerlo. Uno tiene más capacidad de decisión, condición importante para mejor disfrutar y dirigir la vida en lo individual.

Como lo indican las estadísticas, los que cursan estudios superiores y de posgrado son una minoría. Individuos de grupos “selectos”, que han superado obstáculos diversos para arribar a ese otro nivel donde hay menos (no creo que sea el objetivo, pero es una realidad). Queda claro que estar en programas de posgrado es una continuidad de una historia de éxito más antigua. Sin ser excluyente, porque se comparte junto a otros, se necesitan actitudes positivas que permiten destacar.

En las diferentes biografías de estas mujeres aparecen denominadores comunes: igual comparten habilidades y destrezas catalogables como “sobresalientes”, aunque, me parce más notable que, en medio de condiciones a veces no muy favorables, se encuentra la vocación para el estudio que inclina la balanza.

Debe ser eso, una mezcla entre habilidades, dedicación, apoyos, logros y trabajo.

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