jueves, 8 de abril de 2010

El sutil arte de detectar camelos

El mundo y sus demonios. El sutil arte de detectar camelos (Cáp. 12)
HERNANDEZ ROMERO YISSEL
8– Abril – 2010

La filosofía tiene como fin último la verdad, el arte la interpreta y la ciencia explora los caminos que llevan a esta. La verdad es y ha sido algo relativo, pues de ella se han valido hombres y naciones para justificar actos de barbarie e imposición cultural. Para muchos también es un medio de unidad, pues tras ciertas “afirmaciones” se escudan tradiciones, costumbres y religiones que nos hacen participes de un grupo con quien nos sentimos identificados, pero también por otro lado, nos volvemos vulnerables a creer indiscriminadamente lo que los líderes presumen de cierto.

El autor menciona en este capítulo “que es mejor la verdad por dura que sea, que una
fantasía consoladora”, algo con lo que no estoy totalmente de acuerdo. No todo mundo puede (ni quiere) manejar realidades fuera de su control pues lo convierte en una partícula más cuya existencia no obedece más que a casuales combinaciones químicas. La religión ofrece cierta “esperanza”, ofrece explicaciones -que no pueden ser cuestionadas pues de lo contrario no se esta lo suficientemente preparado para entenderlas- que dotan al hombre de cierta individualidad e incluso divinidad, le ofrecen un sentido a su vida. Aunque también es cierto que los líderes religiosos se aprovechan de ese seguimiento para mantener posiciones económicas y políticas importantes.

No solo la religión se aprovecha de lo que no puede ser explicado, la industria y la
política han sacado partido de las verdades a medias. Las empresas se han mantenido en el mercado a base de desprestigio y prostitución de algunos científicos, quienes en aras de una recompensa económica venden sus conocimientos al mejor postor, lo cual no es tan grave como el ser cómplices en fabricar verdades. La política –nada raro- ha hecho un arte la manipulación de la verdad, valiéndose desde discursos fabricados a la perfección para convencer a cualquiera hasta el control de los medios de comunicación (que en nuestro país tienen un amplio reconocimiento de “honorabilidad y credibilidad” por la mayoría de la población).

Sagan propone algunas técnicas para descubrir argumentos erróneos o ambiguos. Uno que llamo mi atención fue “los argumentos de la autoridad tienen poco peso”. En una sociedad tan acostumbrada a seguir órdenes es difícil eliminar imposiciones. Desconocer a un líder tiene como condición el seguir a otro, abandonar una filosofía por abrazar una nueva. Creo que esta es uno de los mayores retos del hombre, el despojarse de cualquier idea ajena a su propia creación, llegar a una verdad absoluta sin influencia del exterior. Pues como se ha discutido en algunas clases, ni siquiera la ciencia es 100% verdad.

Para mi, este tipo de temas es complejo ya que el sistema de creencias es algo fundamental del ser humano, la identidad que lo hace ser “parte de”. Mucho se habla de la fe ciega que tenemos los mexicanos y que por ello se aprovechan empresas, políticos y religiosos; sin embargo también es esa fe la que le da color a nuestro país, la responsable de grandes monumentos prehispánicos, de tradiciones que atraen a miles de turistas, y de comportamientos peculiares que nos hacen mexicanos. La verdad siempre será algo relativo y hay que estar preparado para recibirla, pues de otro modo dejaremos que pase de largo.

Mientras haya cuestiones que la ciencia aún no pueda explicar… la religión ahí estará.

(Caracteres 2896)

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